Déjame tentar los ojos de mi alma para verte América
Contemplar en la agonía del sol la caída de tus dioses
Entretejiendo de selvas las carnes que tus mujeres parían y daban Seres humanos de
cobre y viento asomados al poniente.
Déjame subir a tu Machu, enamorada del cielo su corazón de piedra y remontar la
nube que llenaba de agua el Titicaca y su cielo
Porque sos, Mujer América del río padre y sus anacondas estelares
Mujer del maíz, la papa, el cacao y la sombra vestal de tus montes por donde la bota
pestilente de la conquista derramó la enfermedad
Pero tu vientre, hembra terral de tus llanuras y cordilleras, se abrió de siembras como
las cascadas altas de las sierras
Cual las mieles milenarias ocultas en los huecos del árbol
O los vientos hortelanos que hacían bramar los frutos originales de aquella oquedad
de centenios horrorosos apuñalados de codicia
Aún perdura la estirpe tallada de oros y de platas que se amasaron en las hogueras
ocultas
en los fondos ardientes de volcanes furibundos
para acallar piadosamente los alaridos de sus penas y dolores
De aquellas voces, de aquellos ojos, de sus fértiles tempestades
Viene el rumor de tus cajas sonoras, haciendo de los parches que dieron las vicuñas
Y los silbos plañideros en horcajadas del viento soplados en tus cañas huecas
El canto frutal de esta Mujer América, viajera intemporal de tus paisajes y de tu gente
Y en los Tránsitos Sonoros entre Colombia
y Cuyo, abre su corazón con el Paisaje Cultural Cafetero.
Cuando comience a cantar podré cerrar mis ojos para ver la colorida luz de la historia
con los reflejos musicales que su garganta pincele de sonidos entramados y puros
Y entonces la América Mujer con las voces de las Mujeres América subirán por sus
orígenes
para dejarme ver la inmensidad humana de la Abya Yala, cantando con sus niños y
sus dioses.

Luis Carlos Garro
Poeta y periodista argentino
Villa Mercedes, San Luis